domingo, 7 de septiembre de 2008

sexualdad juvenil y etica

Sexualidad juvenil y ética
Sobre la base de un documento de Irma PalmaEdición: Loreto Bravo y Renata OrtegaCORSAPS-Chile 1997
En toda sociedad la sexualidad es interpretada, hablada y valorada por una multiplicidad de discursos, que provienen tanto del campo de los “expertos” como de los individuos en general. La nuestra parece esta entregada en la decisión de abrir un espacio de diálogo alrededor de estos discursos, o seguir por el camino de la negación.
Ello aparece con más fuerza cuando se trata de abordar la sexualidad de los jóvenes: ¿Por qué no se educa, por qué no se investiga, por qué no se pregunta a los jóvenes sobre sus necesidades en este campo? Esta omisión preocupa, por cuanto rodea la sexualidad adolescente impide, paradojalmente, que la iniciación sexual constituya una opción responsable, a una edad apropiada y como una experiencia gratificante para el crecimiento y el desarrollo personal.
La sexualidad juvenil como problema
Existe consenso respecto a que nuestra sociedad aprende y vive la sexualidad cargada de ignorancia, prejuicios, mitos y culpa. Políticos, empresarios, profesionales de la salud y de la educación, así como cualquiera de nosotros es socializado con algún contenido negativo. Tanto así, que las respuestas educativas (públicas y privadas) frente a la sexualidad adolescente, corren el riesgo de estar determinadas por una visión conflictiva de la sexualidad.
En este contexto cultural, la intimidad sexual de los jóvenes aparece como riesgosa e ilegítima. La supuesta promiscuidad de los jóvenes, el embarazo adolescente, la transmisión de enfermedades sexuales o el SIDA, se han convertido en la punta de lanza con las cuales se argumenta en contra del ejercicio de la sexualidad entre los jóvenes. Otras voces e iniciativas sociales y educativas proponen cambiar este enfoque y centrarse en la promoción de comportamientos saludables en la esfera sexual, lo cual supone aceptar que la sexualidad adolescente tiene manifestaciones y necesidades que le son propias. Esta orientación busca romper con la característica de “anormalidad” que se asocia a la sexualidad adolescente, descubriendo sus aspectos positivos que la vinculan al desarrollo personal y a la calidad de vida de las personas.
Sexualidad juvenil en Chile
Algunas de las investigaciones más relevantes realizadas en el último tiempo, aunque no necesariamente representativas, entregan datos interesantes con relación al comportamiento sexual de los jóvenes chilenos.
Una encuesta desarrollada por el Instituto Nacional de la Juventud a fines de 1993, señalaba que el 32.5% de los encuestados llevaba una vida sexual activa, y de ellos el 58.8% mantenía contactos sexuales a lo menos una vez por mes. El 84.4% apoyaba el inicio de las relaciones sexuales teniendo como única condición el deseo de ambos.
El mismo año, la Universidad de Santiago de Chile, en conjunto con el Ministerio de Salud, encuestó a una muestra de alumnos sobre enfermedades de transmisión sexual y control de la natalidad. Esta explotación mostró una realidad semejante al estudio anterior: 57% de los encuestados reveló tener vida sexual activa, entre los cuales el 54.3% no utilizaba métodos de control de la fecundidad en sus encuentros sexuales. El 26.5% no había utilizado nunca un método anticonceptivo. Esta consulta reveló la necesidad de los jóvenes de contar con actividad educativas en el ámbito universitario. Paternidad responsable, ética, desarrollo sexual y métodos anticonceptivos, son los temas que señalaban como prioritarios.
En el reciente estudio “ETS-SIDA discursos y conductas sexuales de las chilenas y chilenos”, realizados por Eduk y auspiciado por Conasida, el 24% de las encuestas efectuadas corresponden a adolescentes entre 15 y 19 años de edad. El 58% de éstos jóvenes reconoce tener vida sexual. Esta cifra es menor en el nivel socioeconómico alto (31% para los hombres y el 20% de las mujeres) y mayor en el nivel bajo (61% de los hombres y el 87% de las mujeres). Se determinó que la actividad sexual en las mujeres comienza a una edad promedio de 19 años y en los hombres a los 17. El 13% de los encuestados señalo tener hijos.
Políticas ministeriales y acuerdos Internacionales: un marco de trabajo
En los gobiernos de los presidentes Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, la sexualidad en la educación fue reconocida como un tema de investigación, estudio y trabajo interdisciplinario. Durante el gobierno militar se silenció la sexualidad humana en la educación chilena. No es sino hasta 1980, a raíz del aumento de las ETS, el embarazo precoz y la aparición del SIDA, que se reabre el tema de la educación sexual preventiva.
En 1993 aparece el documento “Políticas de educación en sexualidad para el mejoramiento de la calidad de la educación” en el cual se llama a incluir la educación sexual en las curriculas escolares. Esta proposición no es obligatoria para ninguno de los niveles del sistema formal. El documento se señala que se debe cumplir con el objetivo de educar en sexualidad. Los contenidos de esta formación y el cómo se eduque queda en manos del proyecto educativo de cada establecimiento.
El Ministerio de Salud a través del Programa de Salud del Adolescente, aún así sin expresión en la práctica, propone abordar la sexualidad juvenil de manera descentralizada, participativa e intersectorial. Sin embargo, como el programa no cuenta con recursos propios, los adolescentes todavía no tienen acceso a servicios específicos para sus necesidades de salud sexual y reproductiva.
El derecho a la salud ha sido consagrado por la Convención Internacional sobre le Eliminación de todas las Formas de Discriminación y la Convención Sobre los Derechos del Niño. La última define el derecho de los/as menores de 18 años. Entre las medidas propuestas se señala la necesidad de resguardar la salud de las jóvenes embarazadas, exigiendo que los Estados ofrezcan las mejores condiciones para practicar partos seguros. Reconoce también que los adolescentes, hombres y mujeres, tienen necesidades específicas para el cuidado de su salud reproductiva y sexual.
Del mismo modo la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo realizada en 1994, llamó a los gobiernos a satisfacer los requisitos educacionales y rvicios que permitan un desarrollo positivo y responsable de la sexualidad de los/las adolescentes. Menciona que “las adolescentes son particularmente vulnerables a causa de su falta importante en la mayoría de los países”.
PROPUESTAS Y DESAFIOS
A nivel internacional se han logrado importantes acuerdos que señalan un cambio de acción. Sin embargo, son los países y sus estados los que deben hacer realidad estas expectativas a través de iniciativas y políticas concretas. Para ello requiere:
Voluntad política para generar estrategias de educación y salud condordantes con las necesidades de los jóvenes.
Coordinación intersectorial adecuado y eficiente
Investigación científica sobre el comportamiento sexual de los jóvenes chilenos, que permita contar con mejores diagnósticos y datos representativos de la diversidad de poblaciones juveniles presentes en nuestro país
Reconocer socialmente que los miles de jóvenes que se han iniciado sexualmente necesitan y tienen derecho a servicios de salud sexual y reproductiva sin ningún tipo de discriminación por sexo o edad.
Implementar en el sistema formal de educación programas integrales de educación sexual con una perspectiva de género, para orientar en el ejercicio responsable de la sexualidad, como producto de un proceso de reflexión de las/os mismas/os jóvenes.
Ampliar el conocimiento conceptual y metodológico de los profesores en el ámbito de la educación sexual con el fin de constituirse en facilitadores de los aprendizajes de sus alumnos. Esto les permitirá responder en forma adecuada a las inquietudes de los jóvenes, desde concepciones diversas sobre diferentes vivencias sexuales.
Promover en los profesionales de la salud un trabajo interdisciplinario centrado en propiciar comportamientos saludables en la esfera de la sexualidad de los y las adolescentes, respetando diversidades. Enfatizar el carácter preventivo de estos programas y la preparación de profesionales jóvenes especializados.
Incorporar a líderes juveniles de la comunidad, utilizando el mayor número de instancias de participación: grupos, asociaciones juveniles, programas de radio y televisión, videos, grupos teatrales, etc.
Integrar la sexualidad a la vida de los jóvenes desde una perspectiva de afectividad, responsabilidad y autocuidado, que les permita asumir métodos de protección concordantes a su ética y proyecto de vida.
Promover la responsabilidad sexual de los hombres y las mujeres jóvenes que les permita asumir tempranamente una mayor conciencia de sí mismos, de las consecuencias de sus actos y de la pertinencia del autocuidado y protección de su salud sexual y reproductiva.
UN NUEVO ENFOQUE PARA ABORDAR LA SEXUALIDAD DE LOS JÓVENES
Abordar la sexualidad inteligentemente requiere vincularla al menos a tres conceptos fundamentales:
Sexualidad y ética:
Abordar la sexualidad juvenil desde un punto de vista ético, no implica desautorizar viejos discursos, ni proponer uno nuevo o absoluto. Se trata, más bien, de abrir espacios de diálogo y discusión plural que otorguen la posibilidad de examinar las carencias y contradicciones entre los distintos discursos y prácticas de la sexualidad.
Sexualidad y salud:
La sexualidad debe ser integrada como un aspecto más del ser humano, que requiere de información para su desarrollo, manejo y ejercicio rerun: Informar y educar en un contexto de salud sexual lleva implícita la necesidad de entregar conocimientos y habilidades cognitivas que permitan ejercerla en un contexto de autocuidado, de respeto y de responsabilidad.
Sexualidad y proyecto de vida:
La sexualidad debe ser reconocida corun: más de crecimiento individual en la consecuencia de un proyecto global de ser persona. Una adecuada educación sexual facilitará la integración de los aspectos corporales, afectivos y espirituales en la personalidad y en el proyectcerun: Vista de esta manera, las decisiones en el ámbito de la sexualidad llevan consigo implicancias más allá del terreno sexual, involucran decisiones sobre lo que cada individuo desea hacer como proyecto vital, lo que espera en términos de calidad de vida, de su futuro o de su vida afectiva, entre otros.

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